La India saca pecho con el Agni-V.


A diferencia de los años 90, en que pruebas similares fueron objeto de críticas por Washington, esta vez fuentes oficiales norteamericanas han evitado cualquier tipo de crítica contra Nueva Delhi, enfatizando la relación de seguridad y defensa entre ambos países y el excelente historial indio anti-proliferación. China por su parte ha intentado evitar una reacción demasiado virulenta, pese a diversos comentarios hostiles.

Nueva Delhi confirma su pertenencia a un club muy exclusivo.
El lanzamiento el pasado jueves de un mísil de la clase Agni-V, con un alcance de 5.000 kilómetros y la capacidad de transportar cabezas nucleares de reentrada múltiple, es decir con posibilidad de atacar diversos blancos simultáneamente, constituye evidente motivo de orgullo y satisfacción para las autoridades indias. Los motivos son diversos, confirma el elevado nivel tecnológico alcanzado por la potencia asiática, lanza una advertencia clara a China, y supone dejar atrás las críticas norteamericanas a su programa de misiles, una constante de la década de los años 90.

El lanzamiento no solamente confirma que la India es uno de los pocos países con capacidad de atacar con armas nucleares un enemigo situado a miles de kilómetros, sino que con un solo mísil pueda destruir diversos blancos. Si sumamos a ello el hecho de contar con un submarino de ataque de propulsión atómica (alquilado a Rusia), podemos ver claramente como el país pertenece a diversos clubes muy exclusivos. Sin embargo, nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto es ello decisivo? ¿Son estos sistemas de armas realmente útiles a la hora de evitar las incursiones chinas en el Himalaya, o la infiltración de terroristas yihadistas del vecino Pakistán? ¿Permiten evitar que China teja el tan cacareado "collar de perlas" en el Índico?.

Con la excepción de los submarinos de ataque nucleares en este último escenario, es muy posible que la respuesta sea negativa. Ello no significa que las armas no convencionales y los misiles estratégicos no tengan su lugar en las Fuerzas Armadas indias o de otras potencias, sino que a menudo solamente "congelan" los conflictos en el sentido de evitar que desemboquen en una guerra abierta, dejando sin embargo campo abierto tanto a los enfrentamientos subconvencionales, como a las guerras limitadas o, más a menudo, a una serie continua de incidentes que pueden perfectamente coexistir con unas relaciones políticas y económicas en gran medida normales. Luchar con una mano y negociar y comerciar con otra es actualmente algo que, por extraño que parezca, es el pan nuestro de cada día.

Por tanto, sin desmerecer el impacto de la prueba con éxito del Agni-V, Nueva Delhi continúa enfrentándose con notables retos en materia de seguridad nacional. Por ejemplo, aunque sin haber atraído ni de lejos el mismo nivel de atención mediática, hace unas semanas una unidad aerotransportada efectuó unas maniobras que pusieron de manifiesto notables deficiencias de material y organización, resultando en un retraso de horas. Además de empujar a muchos observadores a preguntarse por qué tiene su sede en un acuartelamiento lejos de la base aérea donde se halla su transporte, recordó amargamente el notable retraso con que las unidades de élite indias llegaron a Bombay (Mumbai) tras conocerse el ataque terrorista desde el mar del año 2008.

Un recordatorio del carácter multipolar de Asia-Pacífico.
Por otro lado, sin embargo, las noticias del ensayo podrían hasta cierto punto servir de contrapunto a las frecuentes informaciones sobre el "ascenso" de China, "pacífico" para unos, algo más siniestro para otros. Sin entrar a debatir esta cuestión, es evidente que las Fuerzas Armadas chinas han progresado mucho en las tres últimas décadas, avanzando en equipo, doctrina, y capacidades. 

Muy especialmente su Armada, que ha pasado de ser poco más que un cuerpo de guardacostas a iniciar el camino hacia una verdadera fuerza oceánica. Sin embargo a la vez, y en parte precisamente por esta mejora de la capacidad de proyección china, diversas potencias en su periferia han ido también reforzando gradualmente su poderío militar. Entre ellas Vietnam, Japón, y naturalmente India. Las Filipinas en cambio son la cenicienta de la periferia china, aunque son cada vez más las voces dentro del país que piden a Manila más atención hacia la defensa de sus aguas.

El "nihil-obstat" de Washington y la contención china.
Un motivo adicional de satisfacción en Nueva Delhi es la ausencia de críticas norteamericanas hacia el ensayo. Atrás quedan las amargas palabras de la administración Clinton cada vez que la India avanzaba en este campo, confirmándose que ambas potencias continúan avanzando por el camino emprendido con la firma del acuerdo de cooperación nuclear civil el 2008. La decisión australiana de vender uranio a la India (curioso argumento "moral" el de aquellos que se oponían, mientras contemplaban en silencio como se vendía el metal al régimen chino) significa que solamente queda pendiente un acuerdo nuclear civil con Japón para poner fin al llamado "apartheid nuclear", tan amargamente denunciado durante años por sucesivos gobiernos indios.

Por parte de Beijing, no ha habido grandes declaraciones a nivel gubernamental, pero sí comentarios "semi-oficiales" en la prensa del régimen, que sin atacar directamente a Nueva Delhi la han advertido que no podrá superar el arsenal chino. ¿Necesita China hacerlo? No según diversos analistas indios, como Uday Bhaskar (de la Fundación Marítima Nacional), que inciden en que el objetivo es "una cierta reciprocidad, que no significa equivalencia" con Beijing. En otras palabras, garantizar la capacidad de inflingir daños inaceptables a China, incinerando sus principales ciudades, sin necesidad de alcanzar necesariamente su mismo número de cabezas nucleares o vectores.

¿La defensa antimisiles: el próximo paso de Nueva Delhi?
En la euforia que ha envuelto en lanzamiento, algunos de los científicos y técnicos responsables han apuntado públicamente que el próximo objetivo podría ser el desarrollo de un sistema anti-misiles. ¿Se confirmará este propósito? ¿Cooperarán Nueva Delhi y Tokio en el mismo?.

Fuente: http://www.revistatenea.es/

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