La Fuerza Aérea de EEUU entre dos generaciones de cazas.


Al propio tiempo, el desarrollo de los aparatos aéreos de nueva generación afrontan problemas técnicos. Algunos pilotos estadounidenses se niegan a volar en esas máquinas. 

El último caza F-22, el número 187, fue entregado a la  Fuerza Aérea  de EEUU. El cese de la fabricación en serie del F-22 fue planificado hace mucho tiempo. Las posibilidades económicas de EEUU no permiten adquirir aviones a un costo superior a los trescientos millones de dólares por unidad. Pero la línea de producción de la fábrica Lockheed Martin, en la ciudad de Marietta, Estado de Georgia, se conservará. Teniendo en cuenta la actual situación de los diseños y suministros de nuevos aparatos aéreos para las Fuerza Aérea norteamericana, es muy probable que la fabricación del avión se reanude.  A la par con el precio, también hay  reclamaciones con respecto a la fiabilidad de la máquina. Muchos consideran que el F-22 no es el proyecto más acertado. En calidad de argumentos mencionan el bajo grado de preparación del parque de esos aviones, el alto costo de su mantenimiento y las posibilidades limitadas en las operaciones contra objetivos terrestre.  No obstante, el F-22 no es un caza tan inservible como tratan de presentarlo. La disposición de combate del parque de los F-22 se cifra actualmente en el 68 %, lo cual es superior a la media de disposición de los aviones de la Fuerza Aérea de EEUU, que es del 64,5 %. 

El F-22 puede ser reconocido en general como un proyecto maduro y afortunado –dijo a La Voz de Rusia, el director del semanario “Aviatsiónnaya y rakétnaya técnica”, Iván Kudishin. Los defectos principales de este aparato están siendo eliminados, crece su potencial de combate. En particular, cabe destacar las crecientes posibilidades de las misiones contra objetivos terrestres, con la incorporación de bombas de pequeño diámetro SDB-II.  No obstante, aún perduran algunos defectos difíciles de explicar desde el punto de vista de la lógica. En particular, se trata del sistema de oxígeno del F-22, que en lugar de la tradicional bombona utiliza un generador de oxígeno. Los desperfectos de este sistema ya provocaron al menos una catástrofe y originaron varias situaciones de accidentes aéreos y ya es imprescindible su sustitución por algo más habitual y seguro. Teniendo en cuenta que la cantidad de F-22 no es muy grande, tal modernización no saldrá demasiado costosa. 

El general Mike Hostage, de la base de Langley, Estado de Virginia, dijo que un número “muy reducido” de pilotos solicitaron ser retirados de los vuelos en los cazas de quinta generación o trasladarlos a otros aparatos. El mando de las Fuerza Aérea conjuntamente con la NASA están investigando las causas de los defectos del generador de oxígeno.  El cese de la fabricación del F-22 deja a las aviación de guerra de EEUU sólo una máquina de producción en serie de quinta generación para el futuro próximo: se trata del F-35. Este aparato en paralelo con la continuación de las pruebas ya está siendo fabricado en serie reducida. Pero las posibilidades limitadas de esta máquina, su alto costo y la dilatación permanente de su incorporación a la Fuerza Aérea y de su lanzamiento en serie pueden llevar al fracaso la dotación de las Fuerza Aérea de EEUU con nuevos aviones. 

Ya es evidente que el F-35 no puede sustituir a los cazas pesados F-15. Para ello no tiene suficiente autonomía de vuelo y cuenta con posibilidades limitadas de emplazamiento de armamento, cediendo al F-15 por el número de puntos de suspensión.  Además, para EEUU es cada vez mayor la amenaza de enfrentarse a un enemigo con un moderno parque de aviones. Por eso es de suponer que el restablecimiento de la fabricación en serie del F-22 es muy probable, especialmente si EEUU renuncia al recorte de los gastos militares.  El traslado de los F-22 a Emiratos Árabes Unidos generó no pocas interpretaciones, siendo la principal su posible empleo contra Irán. En efecto, tal posibilidad existe y además tiene un sentido directo. 

La Fuerza Aérea de Irán se encuentra seriamente debilitada por los años de sanciones al comercio de armas con ese país. Sin embargo, Irán dispone de entre veinte y veinticinco cazas F-14, que recibió en 1970. Estas máquinas están dotadas de un potente radar y de misiles aire-aire de gran alcance, lo que hace de ellas una amenaza seria para los aviones de su generación. El F-22, por su parte, debido a su difícil detección, puede aproximarse al F-14 a la distancia de empleo de sus propios misiles, sin ser localizado.  De tal modo, la eventual campaña iraní puede ser una guerra para el F-22, en la que cumplirá la misión para la que fue destinado: hacerse con el dominio en el aire. Por esas cosas del destino, sus enemigos pueden ser también aviones norteamericanos, aunque obsoletos.

Fuente: http://spanish.ruvr.ru/

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