Maniobras rusas con misiles en el Ártico: Moscú saca pecho.

Rusia ha llevado a cabo en el Ártico las mayores maniobras con misiles balísticos y de crucero desde la caída de la Unión Soviética. Estos ejercicios tienen lugar en un triple marco: el refuerzo de sus capacidades nucleares, que incluye el posible redespliegue de misiles lanzados desde trenes; una reforma militar convencional, que no avanza tan rápidamente como Moscú desearía; y el desarrollo de la "Ruta Marítima Norte", entre Europa y Extremo Oriente a través del Ártico. Hace unas semanas las fuerzas estratégicas rusas llevaron a cabo unas maniobras de amplio alcance, las mayores de este tipo tras la caída de la Unión Soviética. Tuvieron lugar en gran parte en la región del Mar de Barents, y contaron con la presencia del presidente ruso Putin, que asistió a algunos de los lanzamientos.

Participaron en las maniobras las tres patas de la triada nuclear rusa, esto es misiles lanzados desde tierra, submarinos, y aviones. Incluyeron el lanzamiento de un mísil balístico intercontinental (ICBM) RS-12M Topol desde Plesetsk (región de Arkhangelsk), que impactó en el polígono de Kura, en la Península de Kamchatka (Extremo Oriente ruso). En sentido contrario, de este a oeste, voló otro ICBM, lanzado desde un submarino de clase Delta-III, el "Svyatoy Georgiy Pobedonosets", hacia el Polígono de Chizha (Península de Kanin, a orillas del Mar de Barent). 
El sumergible disparó el misil desde el Mar de Okhotsk, en un recordatorio de una de las razones por las que Moscú se niega a devolver a Japón las cuatro islas capturadas por el Ejército Rojo en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Además de la riqueza pesquera y mineral de la zona, el control de dichas islas convierte a este mar en un "lago" ruso. No en un sentido literal, por supuesto, pero sí haciendo mucho más difícil la detección y destrucción de los submarinos desplegados en el mismo. Algunos observadores consideran que Beijing buscaría conseguir algo parecido en el Mar del Sur de China (Mar del Este para Hanoi, Mar Filipino Occidental para Manila). La tercera pata de la triada estuvo representada por bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-160, que lanzaron misiles de crucero en una misión que supuso 15 horas seguidas de vuelo.

Pilar fundamental
La magnitud de las maniobras, la publicidad acordada a las mismas, y la presencia del presidente, parecen indicar que tienen como objetivo, además del entrenamiento y prueba de los sistemas de armamento involucrados, lanzar un claro mensaje tanto de puertas adentro como ante otras potencias. El mensaje es que Rusia continúa contando con un poderoso arsenal nuclear, que lo está modernizando, y que está preparado para emplearlo si es necesario.

Supone ello quizás abandonar la reforma militar, uno de cuyos objetivos era precisamente disminuir el peso de las armas nucleares tácticas para la defensa nacional(en especial de la frontera con China)? No exactamente. La reforma sigue, y ha sobrevivido la destitución de Anatoly E. Serdyukov, acusado de corrupción. Sin embargo choca con grandes dificultades y su progreso es lento. Quizás por ello Rusia haya considerado necesario dar un toque de atención, un pequeño recordatorio de que el país es una potencia nuclear de primer orden, sin perjuicio de continuar trabajando para contar con unas fuerzas convencionales más ágiles y modernas.

Vuelven los misiles lanzados desde trenes
Un aspecto que puede parecer curioso, pero que no deja de ser significativo, de este renovado énfasis en el arsenal nuclear ruso es la posible vuelta de los trenes como plataforma de lanzamiento de misiles intercontinentales. La idea es simple: desplegar un ICBM en un tren, que puede irse desplazando, dificultando su posible detección y destrucción. Fue puesta en práctica el año 1987, llegándose a desplegar 12 convoyes con tres misiles cada uno, pero el último se retiró el 2005. Empleaban tanto líneas de ferrocarril ordinarias como rutas militares, con base en Kostroma, Krasnoyarsk y Perm. Actualmente Moscú contempla su retorno, y según ciertas fuentes sería una respuesta al progreso del escudo antimisiles de la OTAN, que Moscú continúa sospechando que tiene a Rusia como objetivo. 

De materializarse sería un golpe más a la relación con Washington, que no pasa por el mejor momento, ya que el fin de estos trenes fue en parte financiado por el programa CTR (Cooperative Threat Reduction), promovido por los senadores Nunn y Lugar. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha insinuado que podría negarse a su prórroga, aunque por otra parte el portavoz de las Fuerzas Estratégicas, coronel Vadim Koval, ha comentado al ser preguntado sobre la reintroducción de los trenes que "no se ha tomado una decisión final sobre el asunto".

Esta temporada se han roto todos los récords de carga en la Ruta Norte (entre Europea y el Extremo Oriente) y por primera vez un metanero, el Ob River, ha suministrado gas natural licuado a Japón a través de la misma. Todo ello beneficia la economía rusa, pero obliga a Moscú a prestar más atención a su flanco norte, prosiguiendo con la remilitarización de este mar. En este sentido, las maniobras podrían también interpretarse como una señal: Rusia quiere asegurar su soberanía sobre parte de los recursos del Ártico, aunque Moscú actúa con pragmatismo, como demuestran los diversos acuerdos alcanzados con Oslo. 

Analizados todos estos puntos, parece cada vez más claro que los sueños de un mundo sin armas nucleares tendrán que esperar. En el caso ruso, es dudoso que Moscú de pasos hasta conseguir dos objetivos, culminar la reforma militar, y alcanzar algún tipo de acuerdo con Washington, la OTAN, y Tokio, sobre defensa antimisiles. Además, en Japón cada vez son más numerosas las voces que se preguntan si es posible hacer frente a China sin modificar su postura en este campo.

Fuente: http://www.revistatenea.es/

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