El
sinfín de incidentes en torno a las Islas Senkaku, que Beijing
reivindica bajo el nombre de Diaoyu, y el retorno al poder de Shinzo
Abe, considerado un "halcón", han despertado de nuevo la especulación
sobre si asistiremos a la normalización definitiva de Japón como
potencia militar. Manila ya ha dado públicamente su visto bueno, pero
Abe, mucho más pragmático de lo que algunos observadores indican, parece
actuar con cautela, como demuestra su decisión de no desplegar tropas
terrestres en las Senkaku.
Shinzo Abe |
Beijing
no afloja: la tercera dimensión del conflicto territorial. Estas
últimas semanas se ha confirmado, una vez más, que China no tiene
intención de rebajar la tensión en torno a las Islas Senkaku. La muestra
más clara es que a los constantes incidentes marítimos con barcos de
pesca y patrulleras paramilitares (Beijing evita de momento involucrar
directamente a su Armada, aunque ha transferido diversos destructores de
la misma a su Servicio de Vigilancia Marítima), debemos añadir diversas
incursiones sobre o cerca del espacio aéreo japonés. Del 13 de
diciembre del año pasado al 6 de enero del corriente, se han
contabilizado seis incidentes de esta clase, a cargo de aviones de la
Administración Estatal Oceánica de China. La reacción de Tokio en cada
caso ha sido dirigir F-15 a interceptarlos, optando los aviones chinos
por dar media vuelta antes de que se acercasen. Algunos
observadores ven en el recurso a agencias estatales no estrictamente
militares un signo de moderación por parte de Beijing. Sin embargo, una
interpretación alternativa es que lo que busca China es crear
precedentes que demuestren que las Senkaku y sus aguas son parte de su
territorio o, al menos, que son una zona en disputa, cuyo estatus
jurídico está indeterminado. La idea sería acabar forzando una
negociación, así como abrir una brecha entre Tokio y sus aliados, en
particular Washington.
En
relación al empleo de aviones con dicho propósito, a primera vista ello
nos podría parecer una simple extensión del juego del gato y el ratón
al que estamos acostumbrados. Se da, sin embargo, una diferencia clave
que nos obliga a reflexionar: el paso de un barco puede ser bloqueado
mediante otro buque, lo hemos visto repetidamente con el Cuerpo de
Guardacostas nipón interponiendo sus unidades entre las chinas y las
Islas, y hasta recurriendo a los cañones de agua. Ello genera
situaciones tensas pero en las que el grado de tensión está controlado, y
los dos lados saben que no irá a más, que no habrá bajas, y que el
status quo no se verá alterado. Sin embargo, ¿cómo evitar el paso de un
avión sin ponerlo en peligro? ¿Podríamos asistir en un futuro a un
incidente de consecuencias mucho más graves?
Yendo
más allá: ¿y si China lanzase un asalto aerotransportado contra una o
más de las Senkaku? ¿Qué haría Japón? ¿Podría evitarlo sin ser el
primero en abrir fuego? Y, si no lo hiciese, ¿contaría con el apoyo de
Estados Unidos para reconquistarlas? No olvidemos que Washington no se
pronuncia oficialmente sobre la cuestión última de la soberanía sobre
las islas, aunque sí afirma que el Tratado de Seguridad con Japón las
cubre.
Es más, al año pasado el Cuerpo de Marines suspendió en el último
momento unas maniobras conjuntas en que se simulaba precisamente un
asalto anfibio para recuperar una isla. ¿Podría caer Beijing en la
tentación de pensar que una ocupación sin derramar sangre desactivaría
una posible respuesta conjunta? ¿Sería pues la decisión japonesa de no
desplegar tropas terrestres, contraproducente y desestabilizadora? Filipinas
da luz verde al rearme japonés. Podemos también observar cómo algunos
países que sufrieron la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra
Mundial, sin dejar de lado la historia, han llegado a la conclusión de
que no debe ser obstáculo para hacer frente a la principal amenaza
contra su seguridad nacional. Es el caso de las Filipinas, cuyo
secretario de asuntos exteriores, Albert del Rosario, ha expresado
públicamente su apoyo a la normalización del Japón, despertando la ira
de Beijing.
Albert del Rosario
Vemos,
pues, cómo Manila sigue una política basada en tres pilares. Búsqueda
de una mayor implicación norteamericana, rearme (con adquisición, entre
otros, de helicópteros y fragatas), y apoyo a la normalización nipona.
Destaquemos en este sentido que además de dar apoyo político a Tokio,
Manila ha concluido recientemente un acuerdo bilateral para la
explotación de yacimientos de tierras raras. Se trata de los minerales
estratégicos sobre los que China impuso un bloqueo no declarado contra
Japón durante unos días, el año 2010 tras un incidente. Su casi
monopolio tiene fecha de caducidad, se confirma que Beijing se precipitó
y quemó un cartucho que pronto no podrá volver a emplear. El
"Diamante de Seguridad" de Abe: a vueltas con la seguridad colectiva.
Pese a mostrarse prudente en diversos aspectos polémicos, Abe no ha
dejado pasar más que unos pocos días tras su nombramiento como primer
ministro para publicar en diversos periódicos un artículo en que propone
la creación de un "Diamante de Seguridad" cuyos vértices serían Japón,
India, Australia, y Estados Unidos.
No se trata de ninguna idea nueva,
ya en su primer periodo como primer ministro Abe luchó por impulsar la
cooperación militar entre las cuatro potencias y, tras abandonar el
cargo, su discurso en Nueva Delhi el 20 de diciembre del 2011 fue muy
bien recibido. Conclusión:
se perfila un Japón más activo. De todo ello podemos concluir que se
perfila una política japonesa de seguridad y defensa mucho más activa.
Sin embargo, en un marco de pragmatismo, no olvidemos que Abe es nieto
del primer ministro que normalizó las relaciones entre Japón y Corea del
Sur, y sujeto a la evolución de la economía japonesa, que continúa
dando síntomas de debilidad. Otro posible obstáculo sería el famoso
Artículo 9 de la Carta Magna nipona pero, según una encuesta, un 76% de
los diputados es favorable a su reforma, y además podría simplemente ser
releído una vez más.
Fuente: http://www.revistatenea.es/
Con ese tio en el poder es evidente que los japos no van a tolerar tonterías de China. Esas islas son japonesas y eso na va a cambiar.
ResponderEliminarten cuidado que con tanta presion de parte china, a japon se le ocurra lo de pearl harbor
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