Rostislav Beliakov, diseñador de los MiG soviéticos.


Rostislav Beliakov, famoso constructor de aviones de combate soviéticos de la serie MiG, falleció a finales de febrero en Moscú con 94 años. Su fama entre los especialistas y los militares se debe, ante todo, al MiG 29 (Fulcrum en la denominación de la OTAN) y al MiG-31 (Foxhound). El primero, un interceptor de combate, fue desarrollado en los años setenta del siglo pasado en respuesta a los nuevos aviones estadounidenses como el F-15 Eagle o el Falcon F-16 y comenzó a ser utilizado en la Fuerza Aérea de la URSS en 1983 para convertirse en un mítico avión que ha sido calificado como el más importante que produjo la extinta Unión Soviética. La primera oportunidad que tuvieron los militares occidentales de examinar el Fulcrum fue en 1986 (aunque antes, en 1977, los servicios de espionaje ya habían obtenido algunas imágenes de satélite del aparato), cuando los rusos llevaron seis de estos aviones de combate a Finlandia para participar en una demostración aérea. Al año siguiente, el MiG-29 causó sensación en el Salón Aeronáutico de Farnborough, donde los soviéticos hicieron acrobacias aéreas que los aviones rivales no podían realizar. La decisión soviética de mostrar el MiG 29 se debía a la necesidad de dinero: la economía estaba en crisis y las oficinas de diseño aeronáutico, que antes no tenían problemas financieros, comenzaron a tenerlos. 

De ahí que la URSS empezara a tratar de vender su técnica militar más avanzada. Beliakov, como el principal constructor de aviones de combate, se convirtió en impulsor de las ventas de los nuevos MiG. Se hizo conocido por las críticas que lanzó contra sus competidores occidentales, a quienes acusó de tener una política de precios oscura, de mentir sobre las cualidades de los aviones soviéticos e incluso de haber utilizado, al menos en una ocasión, tecnología de los MiG. Sea como fuere, en 1991, Beliakov, prácticamente desconocido hasta entonces en Occidente, llegó al Salón Internacional de la Aeronáutica y el Espacio de París-Le Bourget y anunció el fin de los obstáculos políticos a la venta de armas rusas. “Si tenéis 40 millones de dólares, os venderemos un MiG-31”, afirmó durante la muestra aeronáutica. Las cosas no fueron fáciles al comienzo para Beliakov, quien no solo tenía que luchar contra los competidores occidentales, sino también, en el interior de Rusia, con los burócratas. Al año siguiente de la feria de Le Bourget se quejaba de que cuando lograba vender algún avión, todo lo que se obtenía se lo quedaban los del Gobierno. Pero finalmente consiguió ventas importantes de sus MiG, especialmente a India.

Sin embargo, la carrera de Beliakov pronto llegó a su fin, pues cometió el error estratégico de apoyar a los opositores del presidente Borís Yeltsin durante el enfrentamiento de este con el Parlamento, en 1993. Menos de dos años después se vio obligado a retirarse, oficialmente por razones de salud. Beliakov había nacido en Murom el 4 de marzo de 1919 y había estudiado en el Instituto de Aviación de Moscú. Ingresó en 1941 en la oficina de diseño aeronáutico de Artiom Mikoyán, el famoso constructor armenio de aviones de combate que tenía un gran apoyo en el Kremlin: su hermano mayor, Anastás, fue miembro del Politburó desde la mitad de los treinta; tras la muerte de Stalin se convirtió en aliado de Jrushchov y bajo Brézhnev fue presidente del Soviet Supremo o Parlamento soviético. Beliakov hizo rápidamente carrera y en 1957 ya era viceconstructor jefe responsable de desarrollarar nuevos aviones de combate, entre ellos, los MiG-21 y 23. A la muerte de Mikoyán, ocurrida en 1969, Beliakov pasó a encabezar la famosa oficina de diseño. A lo largo de su vida obtuvo los mayores reconocimientos del Estado soviético, incluida la máxima condecoración la Orden de Lenin y el resto de los premios más importantes, como el de Stalin y el del Estado.

Fuente: http://internacional.elpais.com/

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