Pedro Morenés: "Hay que revisar el tamaño del ejército para ahorrar".

El nuevo ministro de Defensa, Pedro Morenés (Las Arenas, Vizcaya, 1948), no es un recién llegado al poder. Fue secretario de Estado de Defensa en 1996 y de Seguridad en el 2000, con Mariano Rajoy como ministro. Probablemente por eso, el presidente decidió encomendar a este licenciado en Derecho vinculado al sector de la industria militar tomar las riendas de los ejércitos en un momento en que estos afrontan grandes retos con el mayor recorte económico de la democracia.

El país afronta una situación económica muy complicada. Todos los ministerios sufrirán fuertes recortes y parece que Defensa se puede llevar la peor parte. El Ministerio de Defensa va a ser solidario con el ajuste que tiene que tener una de las partes de la gestión económica del departamento que es la contención del déficit. No obstante, el ministerio también participa en el impulso a la generación de actividad económica. Yo creo que Defensa va a ser razonablemente solidario, ni más ni menos que los demás.

¿Seguro que no se llevará el peor pellizco?
Yo creo que no. Este departamento ya ha visto reducido su presupuesto en los últimos cuatro años de una manera sustancial. Por lo tanto, Defensa ya lleva bastante tiempo soportando reducciones presupuestarias que a veces han alcanzado el 30% en capítulos como el gasto corriente o las inversiones.

Sin embargo, sigue habiendo de donde recortar.
Le diré que España invierte en Defensa el 0,66% de su PIB, frente a Francia, que gasta el 2%. Su gasto es más del doble que el español. Nosotros defendemos lo que somos de una forma menos intensa que el resto de los países. Pero lo que importa es hablar de qué es la defensa y la seguridad y por qué un país las necesita. Ambas se sobreentienden como evidentes, y no es así.

En materia de defensa se produce una paradoja: la imagen que las misiones en el exterior proporcionan de nuestros ejércitos es muy buena, pero a los ciudadanos no les preocupa una sustancial reducción de los gastos militares.
Es una contradicción, efectivamente. Las fuerzas armadas tiene una gran imagen por dos razones: tienen un alto nivel de credibilidad social y, al tiempo, otras instituciones han caído en su propia valoración. Es una situación un poco insólita a lo largo de la historia de la democracia.

¿Sobre qué principios se asienta esa buena imagen?
Las fuerzas armadas son entendidas como una institución solidaria, bien gestionada, respetable y ahora, después de las operaciones en el exterior, con mayor proyección fuera de España. Creo que es lógico que a los españoles les llene de orgullo que estemos cooperando en la estabilidad del mundo. Se ve en las fuerzas armadas una utilidad importante. Pero, a la vez, es verdad que cuando a la gente se le pregunta por dónde hay que invertir, les toca más directamente la sanidad, la educación, todo lo vinculado al desempleo... Esto es porque se da por hecho que España es un país seguro, que está en un entorno seguro. Y no es así. La responsabilidad consiste en no darlo por hecho.

Las últimas referencias económicas cifran en 28.000 millones de euros el gasto en programas de armamento comprometidos desde ahora y hasta el año 2025. ¿Son ciertas?
Son aproximadas.

¿Van a obligarle a renegociar los plazos y los pagos?
Nos va a obligar a hacer muchas cosas, no sólo a renegociar. Tenemos que revisar todos los aspectos, y enfatizo el "todos los aspectos", que conciernen a la defensa. No sólo los aspectos económicos. Los recursos son imprescindibles para sostener una arquitectura de defensa que es la que tenemos que revisar desde el punto de vista de las amenazas, de la manera de abordar los problemas de seguridad. Pero, evidentemente, cuadrar las cifras va a ser complicado y nos va a obligar a renegociar varios contratos porque las cantidades destinadas a esos programas se han reducido en un 70%, lo que hace imposible cumplir con esos compromisos.

¿Por dónde van a meter la tijera?
Hay que ver qué tiene prioridad, qué no lo tiene; qué programas vamos a seguir, cuáles no; qué fuerzas armadas necesitamos y, con lo que dispongamos, qué riesgos podemos atender. Por tanto, no excluyo nada desde el punto de vista de cómo vamos a gestionar con estos recursos las obligaciones que tenemos.

¿Quiere eso decir que están pensando en un ejército más reducido en su tamaño y número de efectivos?
No descartamos ningún área de revisión. Estamos revisando qué tipo de personal necesitamos, qué número de soldados precisamos, y todo eso está en estudio.

¿En qué posición está en este momento la industria militar española?
Adolece de una visión integral e integrada de lo que es la industria de defensa. Porque, como sucede con la industria en términos más generales, en la defensa hay que tener dimensión, peso específico. La atomización de la industria es un tema preocupante.

En el capítulo de misiones en el exterior, y en concreto en Afganistán, el calendario prevé la retirada de las tropas a finales del 2014.
En Lisboa se acordó que el proceso de retirada sería progresivo del 2012 al 2014. Este año, un 10%; el que viene, un 40%, y el resto, el último año. Y más recientemente en Bruselas, tras el ataque a las tropas francesas, se decidió que llegamos allí juntos y que todos nos marcharemos juntos. 
En enero anunció usted que se retrasaba el comienzo de la retirada.
Este año hemos decidido retrasar el inicio de la retirada por varios motivos: por la seguridad de las tropas y por la misión que tenemos que cumplir. Piense que en cualquier momento salta la chispa. Ahora ha sido la crisis de la quema de coranes lo que ha potenciado la actividad de la insurgencia con resultados como el tiroteo a las tropas españolas (ocurrido el miércoles pasado y en el que resultó herido un militar español). Pero, yendo sobre hechos objetivos, la información recogida en todos estos años nos dice que los ataques se producen principalmente en primavera y en verano. En invierno, las condiciones climáticas son muy adversas y la actividad se reduce mucho. Por eso, para evitar riesgos, nos pareció poco prudente retirar nuestras tropas antes de terminar la campaña.

Entonces, el contingente español se marcha en un par de años.
Sí, en la próxima cumbre de la OTAN, en Chicago, comenzaremos a dialogar sobre qué haremos tras habernos marchado, después del 2014.

¿Y mientras tanto?
El plan es que a lo largo del año que viene la conducción de las operaciones pase a manos del ejército afgano. Y que los ejércitos como el español estén como asesores de esas operaciones. Durante el 2014, seguiremos en esa misma línea, pero nuestra aportación será una cuestión más vinculada a la capacitación de los militares afganos.

¿Están las fuerzas armadas afganas preparadas para asumir ese papel?
Esperemos que lo estén entonces. Si me preguntase si ya lo están, le respondería que por eso nos vamos a quedar casi tres años más.

¿Cree usted que Afganistán está en condiciones de prescindir de la ayuda tanto logística como militar internacional?
Creo que allí donde cedemos el mando los españoles, la situación funciona razonablemente bien. Otra cosa es que la proporción de zonas donde hemos cedido el mando sea la que nos gustaría que fuese. Es cierto que no nos queda mucho tiempo, pero también lo es que cuando las cosas empiezan a funcionar se aceleran bastante. Es lo que nos trasmiten nuestros responsables militares. Piense que son doce los años que vamos a estar allí.

En Líbano la opinión es la contraria, que sobran tropas. Aunque quizá la forma en que las cosas están evolucionando en Siria haga aconsejable no variar el volumen de las fuerzas desplazadas allí.
Las Naciones Unidas están realizando ya una revisión estratégica que, naturalmente, va a tener en cuenta la situación en Siria. Lo cual viene a demostrar que estamos en un mundo especialmente inestable en materia de seguridad. Cuando en enero estuve en Líbano dialogando con su primer ministro, este me dijo que no había ningún riesgo de contagio de la situación siria. Y, sin embargo, hace poco ha habido en Trípoli un enfrentamiento entre chiíes y suníes con resultado de muertes.

Pero ¿reduciremos nuestro contingente allí?Acabamos de ceder el mando a Italia, que no es partidaria de retirar efectivos. Pero lo tenemos que estudiar con ellos y con Francia porque somos los tres países que realizamos un mayor compromiso en esa misión.

Los ciudadanos contemplan un tanto atónitos lo que está sucediendo en Siria y la ausencia de reacción por parte de la comunidad internacional, que sí se produjo por parte de la OTAN en Libia.Lo primero que habría que apuntar es que la OTAN tiene una fuerte dependencia de Estados Unidos y que actúa bajo mandato de las Naciones Unidas. Y allí los rusos y los chinos han dicho que no se debe intervenir. Por tanto, nos falta el mandato de la ONU. Además, le recuerdo que Barack Obama ha dicho que la intervención en Siria es una mala idea. Tenemos una situación complicada en la primavera árabe que se complica todavía más con la situación iraní, de enorme tensión, que guarda una relación directa con Siria y Hizbulah.

Pero el Gobierno sirio está matando gente.Yo comprendo que a la luz del concepto humanitario de lo que está sucediendo, el impulso inmediato es tratar de pararlo, pero las decisiones de este tipo hay que medirlas mucho. En Libia se iba a hacer una operación quirúrgica que después ha durado lo que ha durado. Es extraordinariamente duro, pero la política debe tener en cuenta el mal mayor que evitar.

El Centro Nacional de Inteligencia ya no está bajo la dirección de Defensa. ¿Cómo se debe interpretar esta situación?La inteligencia de seguridad es una cuestión competencia directa del presidente del Gobierno. Por eso, me parece muy correcto que los servicios de inteligencia que atienden a muchos aspectos sociales estén en la presidencia. El CNI va a seguir colaborando con Defensa y, además, las fuerzas armadas tienen su propia inteligencia, la van a seguir teniendo y la van a potenciar dentro de la comunidad nacional de inteligencia que integran junto con el CNI y las fuerzas de seguridad.

¿Está el ejército implicado en la defensa cibernética?La autoridad en esta materia es del CNI. Nosotros la incluiremos en la directiva de defensa nacional que vamos a presentar antes del verano porque consideramos que es, hoy por hoy, la amenaza más preocupante. Hace ya doce años (cuando Morenés era secretario de Estado de Seguridad) veíamos en Interior la enorme importancia de la amenaza, que no ha hecho más que crecer.

Ya en clave catalana, ¿tienen prevista la cesión del cuartel del Bruc a Catalunya?No tengo ninguna información de que vaya a desaparecer como instalación del ejército. Que yo sepa, allí hay unidades militares con la misma normalidad que en cualquier otra parte de España.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/

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