La visita del presidente egipcio a Irán desata inquietud en Israel y EE.UU..

La voluntad del presidente Mohamed Morsi de actuar con independencia no se limita al ámbito interno, sino que traspasa las fronteras de Egipto. Fuentes cercanas al rais han anunciado que el 30 de agosto acudirá a la cumbre de Países No Alineados en Teherán. Será la primera visita de un jefe de Estado egipcio a Irán en más de tres décadas, un gesto que pone de manifiesto el acercamiento entre ambos países, lo que podría presagiar ciertos cambios en la geoestrategia en Oriente Medio.

El Cairo y Teherán rompieron relaciones diplomáticas en 1980, meses después del triunfo de la revolución iraní, a causa de la firma del tratado de paz entre Egipto e Israel. Tras la caída de Hosni Mubarak, que se había sumado de forma entusiasta a la campaña de aislamiento del régimen de los ayatolás promovida por Israel y EE UU, el Gobierno iraní dirigió reiterados cantos de sirena a las autoridades egipcias. La Junta Militar egipcia correspondió con algún guiño, como la autorización al paso de navíos iraníes por el Canal de Suez en febrero de 2011, pero declinó avanzar en el camino de la normalización de las relaciones entre ambos países.

Es indudable que los esfuerzos de EE UU e Israel por aislar al régimen iraní sufren así un revés, y no solo por parte de Morsi, sino también del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que también acudirá a la cumbre de Teherán pese a las agrias críticas vertidas por el Gobierno de Benjamín Netanyahu. La visita de Morsi a Irán tampoco ha sentado bien en Israel, donde los recelos hacia el líder islamista se multiplicaron esta semana al introducir armamento pesado en el Sinaí sin informar al Ejecutivo de Netanyahu. Un acercamiento decidido de Egipto a Irán podría enturbiar las relaciones de El Cairo con EE UU y Arabia Saudí, dos aliados clave para Egipto tanto a nivel económico como militar. No en vano, Washington entrega cada año cerca de 1.000 millones de euros al país árabe en ayuda militar, y Riad ha prometido más de 2.500 millones de euros en asistencia a la maltrecha economía egipcia.

El ascenso a la presidencia del islamista Morsi y sus primeras acciones en política exterior han hecho renacer las esperanzas en Teherán sobre la creación de una alianza con el gigante árabe que mine el bloqueo regional al que se encuentra sometido como castigo por su programa nuclear. “Egipto es un pilar en la región, y tiene una estatura especial entre los países árabes e islámicos... y queremos relaciones de amistad y hermandad con él”, declaró el ministro de Exteriores iraní, Ali Akbar Salehi, esta semana al periódico Al Ahram. Además de acudir a la cumbre de Teherán, Morsi propuso recientemente incluir a Irán en la resolución del conflicto sirio, propuesta rechazada tajantemente por Occidente.

Fuente: http://elpais.com/

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