Barack Obama está las puertas de
embarcar a EEUU en un nuevo conflicto militar. Después de la información
que Chuck Hagel hizo pública durante su gira en Oriente Medio, en la
que se explicaba que el gobierno de Al Assad habría utilizado armamento
químico contra los rebeldes, el presidente de EEUU se enfrenta a una
posible intervención, empujado por su propio reconocimiento respecto a
que la certeza del uso de armas químicas en Siria es la “línea roja” que
marcaría la posición norteamericana. Además, se remitió una carta al
Congreso por parte de la Casa Blanca en la que se daban los detalles de
la investigación sobre el caso, en las que se especifica que los
ataques se habrían efectuado con gas sarín, prohibido en la Convención
de Armas Químicas de 1993. Obama explicó, en un encuentro ante la
prensa en la Casa Blanca, que el uso de armas químicas “cambiaría las
reglas del juego” respecto al conflicto sirio, que ya se ha cobrado más
de 70.000 vidas y ha movilizado hasta 4 millones de personas. “Utilizar
armas potenciales de destrucción masiva contra la población civil rebasa
otra línea con respecto a las normas internacionales y el derecho
internacional.
Tenemos que actuar con prudencia, pero no podemos
quedarnos quietos y permitir el uso de estas armas”, informó ante los
periodistas reunidos en la Casa Blanca. El presidente sabe que la
entrada de las tropas de EEUU o de la OTAN acabaría en poco tiempo con
el régimen de Al Assad, pero las previsiones no son tan sencillas, ya
que se teme que haya armamento químico que pueda pasar a grupos
radicales y terroristas de la insurgencia, algo de lo que Washington no
quiere oír ni hablar. Por su parte, la Unión Europea, que ha
seguido paralelamente la línea estadounidense en cuanto a la posición en
el conflicto, prefería guardar cautela, y argumentó a través de
Catherine Ashton, Alta Representante de Asuntos Exteriores de la UE, que
se seguía “muy de cerca la situación, pero las pruebas no son del todo
definitivas”. Sin embargo, David Cameron, atendiendo a los resultados de
los que también dispone la inteligencia británica, especificó estas
pruebas como “escasas pero convincentes”. En este contexto, la ONU
salió a escena después de las informaciones publicadas por los servicios
de inteligencia norteamericanos, anunciando, a través de su secretario
general, Ban Ki-moon, que las Naciones Unidas estaban ya preparadas para
que un equipo de investigación determinase si finalmente se habían
utilizado armas químicas en la región.
En teoría, la ONU ya debería
haber entrado en Siria después de los supuestos ataques con armas
químicas en la ciudad de Alepo durante el pasado mes de marzo, hecho que
Bassar Al Assad achacó a los rebeldes sirios. La situación es ahora
mucho más crítica, más cuando Londres o Washington siguen presionando
para cerrar el conflicto de una vez por todas, lo que hace suponer que
el veredicto de los informes marcará un nuevo punto de inflexión en la
situación siria. Sin embargo, y siguiendo la oleada de reacciones
tras el anuncio de Hagel, en menos de 24 horas, el gobierno sirio se
apresuró a desmentir todas las acusaciones, y a través de su ministro
de información, Omran al Zoubi, aseguró que no utilizaría “jamás” este
tipo de armamento. Así, y ante la inminente llegada de un equipo de
investigación de las Naciones Unidas, el funcionario del gobierno sirio
aseguró que “no aceptarían un equipo formado únicamente por británicos y
estadounidenses, porque tergiversarían los hechos”, y reclamó la
presencia de Rusia en las labores de certificación sobre el armamento
utilizado en Siria.
Fuente: http://www.defensa.com/
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