El viernes 29 de abril de 2011, el presidente Barack Obama dio la
orden de iniciar la misión más importante en la historia reciente de
EE.UU: asaltar el recinto en la ciudad paquistaní de Abbottabad donde se
escondía Osama bin Laden. Para una operación tan delicada y proclive a
los imprevistos, el presidente americano eligió a un pequeño grupo de
Navy Seals, que, tras un intercambio de fuego, abatió al líder de Al
Qaeda en la noche del 1 de mayo.
Dos años después, trascendió que solo dos de los integrantes del
«Team 6», el comando de Navy Seals que acabó con el terrorista,
continuaban vivos tras fallecer 22 de los 25 miembros en un accidente
aéreo en Afganistán. Según «Corriere della Sera», en abril del pasado
año falleció otro de estos soldados en un choque fortuito con su
paracaídas. La alta mortalidad de la unidad es una prueba de los
continuos retos y exigencias a los que debe enfrentarse este grupo de
elegidos entre miles.
El origen de esta unidad de élite hay que buscarlo en uno de los
grandes fracasos militares de EE.UU. En 1962, tras el fallido desembarco
de Bahía Cochinos en Cuba, el presidente Kennedy dio luz verde a la
creación de un cuerpo de élite anfibio con capacidad de efectuar
incursiones en territorio enemigo desde el mar. La Guerra de Vietnam,
donde las características del terreno y la ausencia de frentes fijos
requerían de fuerzas especiales, fue su bautizo de fuego. Creados a
imitación del Special Boat Service británico, los Navy Seals recibieron
el encargo, entre otros, de vigilar y patrullar el delta del río Mekong
desde sus lanchas de la Fuerza Fluvial Móvil.
Fue el comienzo de su leyenda como punta de lanza de las operaciones
más delicadas, casi quirúrgicas, de EE.UU. Entre sus éxitos conocidos se
encuentran la liberación del transatlántico italiano «Achille Lauro» o
más recientemente la del capitán Richard Phillips secuestrado por los
piratas somalíes; así como su participación en la invasión a Granada en
1983 o la de Iraq en 2003, donde se produjo la mayor movilización en la
historia de la unidad. No en vano, también han trascendido algunos de
sus fracasos, como el intento de capturar al presidente de Panamá Manuel
Antonio Noriega durante la invasión a este país o la fallida operación
para liberar a los americanos secuestrados en la embajada de Teherán en
1980.
Para elegir al grupo de soldados que desarrollan este tipo de
misiones se seleccionan a miembros masculinos de la Armada de una edad
máxima de 28 años. Este proceso es un adiestramiento en sí mismo que
dura seis meses, llegando al punto cumbre del entrenamiento en la
«Semana del Infierno», cinco días en los que los reclutas pasan por
constante frío, hambre y se les priva de sueño. Esta semana en el
Infierno tiene lugar en la base de Coronado, en California, donde se han
formado la mitad de los 2.500 miembros de los Navy Seals en servicio.
La otra mitad proviene de la base de Little Creek, en Virginia, a
excepción de los 300 que se supone que integran el Equipo 6, que tiene
su sede en Dam Neck, también en Virginia.
El porcentaje de abandono de los candidatos en la selección es
cercano al 90%: se estima que solo uno de cada cinco consigue ingresar
en el cuerpo. Las pruebas consisten en correr 24 kilómetros, además de
nadar 3 kilómetros en aguas abiertas e intensas pruebas físicas.
En total, el entrenamiento dura un año y medio, al que hay que sumar
un año más de adiestramiento, una vez que ya están integrados en la
unidad, hasta el primer despliegue en combate. Llegado ese momento, los
Navy Seals acostumbran a operar en pelotones de ocho miembros, aunque
dependiendo de la operación pueden intervenir desde en parejas hasta el
equipo entero, donde cada integrante de la patrulla es especialista en
un campo: uno en demoliciones, otro en electrónica, uno en navegación
cartógrafo y un para-sanitarios, etc.
Por su parte, los «Spetsnaz» rusos, el némesis de los Navy Seals
durante la Guerra Fría, siguen envueltos en un halo de misterio que ha
terminado por mitificarlos. Si bien el término «Spetsnaz» hace
referencia a todos los grupos especiales de procedencia rusa y de las
antiguas repúblicas soviéticas, dentro de estos hay dos unidades que
destacan por su alto adiestramiento: los «Spetsnaz GRU», integrados en
el servicio de inteligencia de las fuerzas armadas rusas, y los
«Spetsnaz del FSB» (antiguo KGB), que se dedican a operaciones de
contraterrorismo.
A pesar de los muchos vídeos que circulan en internet sobre estos
grupos en acción, todavía hoy los detalles sobre su adiestramiento son
material secreto. Nacidos a mediados de la década de 1950, en plena
Guerra Fría, los «Spetsnaz» soviéticos estaban originalmente
especializados en misiones de sigilo, sabotaje e incluso infiltración.
No obstante, la invasión de Afganistán en 1979 aparcó el sigilo que los
caracterizaba y situó a los soldados del «Spetsnaz» en primera línea de
combate. Según la poca información que se conoce sobre su adiestramiento, los
«Spetsnaz» ponen gran énfasis en el combate cuerpo a cuerpo. Su técnica
de lucha es el denominado «sambo», un arte marcial de lucha originario
de la Unión Soviética. Además, gran parte de las maniobras se realizan
con explosivos y fuego real, lo que causa que tengan uno de los índices
de mortalidad más altos en los procesos de selección de fuerzas
especiales.
Así y todo, su estructura es similar a la de otros grupos de
operaciones especial. Cada unidad «Spetsnaz» se compone de un equipo de
ocho a diez soldados que actúan bajo las órdenes de un oficial. Estos
militares están instruidos en campos tan especializados como el manejo
de explosivos, el tiro de precisión, el uso de transmisiones y labores
de reconocimiento.
Entre las manchas en el historial de este grupo de unidades, en
concreto los «Spetsnaz del FSB» dedicados al contraterrorismo, está su
intervención en la masacre de Beslán que tuvo lugar el 3 de septiembre
de 2004, dos días después de que un colegio en Osetia del Norte (Rusia)
fuera tomado por terroristas musulmanes armados. Un secuestro que
finalizó con un caótico asalto encabezado por el equipo antiterrorista
Alfa, al que se unió desordenadamente el ejército regular y soldados del
Ministerio del Interior, que tuvo un saldo final de 370 muertos.
Sin olvidarse del SAS y el Delta Force
Si bien los «Spetsnaz» rusos y los Navy Seals son las unidades de
élite más conocidas en el mundo, sobre todo a nivel mediático, se
considera que otros grupos de operaciones reciben un adiestramiento
similar. Así, el Servicio Aéreo Especial británico (SAS) y su
equivalente anfibio el Special Boat Service (SBS) tienen su origen en la
II Guerra Mundial y sirvieron de ejemplo a la hornada de grupos
especiales que apareció tras el conflicto. Entre otras pruebas, los
candidatos deben pasar un mes recorriendo las sierras del País de Gales
portando cargas de 25 kg, y un mes en la selva.
El propio EE.UU. también cuenta con varios grupos altamente
adiestrados entre los que se incluyen el 75.º Regimiento de Ranger, los
Boinas Verdes -dedicados a contrainsurgencia y el entrenamiento de
poblaciones locales- y especialmente los Delta Force. Esta unidad fue
creada por el coronel Charles Beckwith en 1977, después de que este
trabajase entrenando y sirviendo durante un largo período al SAS. Para
entrar a formar parte de la Delta Force se requiere ser varón, estar en
el rango de Sargento, tener 21 años o más, llevar al menos dos años y
medio en el servicio y superar las pruebas de acceso, que son idénticas a
las de los SAS y los Navy Seals. A diferencia de estos últimos, los
Delta Force actúan en misiones de mayor sigilo y es habitual
encontrarlos vestidos de civiles en las bases militares. Su campo de
acción incluye el territorio americano.
Además de estas unidades, destacan por su prestigio internacional otros grupos como El Sayeret Matkal de Israel o los 2. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.020mag.com/
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