Noruega, el guardián OTAN del norte, preocupado por las maniobras rusas en el Ártico.


“No estamos en conflicto con Rusia y no hemos tenido una disputa fronteriza con ellos en 1.000 años, pero después de lo ocurrido en Ucrania he­mos cambiado nuestra posición”, afirma el comandante de la base noruega. Si hay un lugar en Europa que puede estar preocupado por la misteriosa relación de Donald Trump con Moscú es Bodø, un pueblo costero azotado por el viento y situado justo en el interior del Círculo Polar Ártico en Noruega. A unos pocos minutos en coche hacia el norte está el cuartel militar general de Noruega, a veces descrito como la puerta septentrional de la OTAN. Los cuarteles, a medio camino entre Oslo y Kirkenes, la población más cercana a la frontera de 200 kilómetros que comparte Noruega con Rusia, es el centro neurálgico de los esfuerzos del país para vigilar las cada vez más turbulentas aguas del Ártico y los movimientos de su impredecible vecino.

La instalación es una extraordinaria construcción en el fondo de un profundo túnel excavado en la montaña en 1963. Tiene cuatro plantas con sofisticados equipos de vigilancia que transmiten imágenes de la actividad costera, de los puestos fronterizos e incluso de Al Jazeera en habitaciones llenas de pantallas. Desde la base se mantiene bajo vigilancia en todo momento a unas 1.000 embarcaciones.

El comandante de la instalación, Ru­ne Jakobsen, explica que el fuerte subterráneo, construido como una base dirigida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, fue planeada como un lugar donde el ejército noruego podría sobrevivir a un ataque nuclear de la Unión Soviética. "Durante mucho tiempo este cuartel parecía estar anticuado. Ahora no parece tan mala idea", indica Jakobsen. Rusia y Noruega, explica el comandante, siguen cooperando en operaciones de guardacostas, de búsqueda y rescate y de vigilancia fronteriza. Jakobsen permite una llamada semanal a través de Skype a la base de la Flota Norte de Rusia, en Murmansk, solo para comprobar que la línea funciona. Por lo demás, reina el silencio y la observación mutua. Pero la aparente calma no esconde el hecho de que la postura rusa en el Polo Norte ha cambiado. Moscú ha desarrollado una flota de submarinos y aviones cada vez más sofisticados que está probando en el Atlántico Norte junto con misiles de largo alcance y alta precisión. El miedo es que la OTAN podría perder la habilidad de impedir a Rusia el acceso al Atlántico Norte y que Rusia podría bloquear o perturbar el apoyo de EEUU a Europa.

"El efecto Putin"
"No estamos en conflicto con Rusia y no hemos tenido una disputa fronteriza con ellos en 1.000 años, pero después de lo ocurrido en Ucrania he­mos cambiado nuestra posición", afirma Jakobsen. "Están desarrollando muy rápido nuevas capacidades, especialmente submarinos. Si dejamos un vacío, ellos lo van a llenar", añade. Al otro lado de Bodø hay una base aérea, hogar de 25 cazas F-16 capaces de estar en el aire con un aviso de tan solo 15 minutos de antelación proveniente de los cuarteles de la OTAN en Alemania. Dos pilotos están de servicio durante turnos de 72 horas y una tabla indica el número anual de incidentes e intrusiones, causados principalmente por aviones de combate rusos que sobrevuelan el espacio aéreo internacional con sus transpondedores apagados [dispositivo electrónico que facilita la identificación y control de las aeronaves]. En 2006 solo fueron 13, pero en 2014 el número aumentó a 49.

"Lo llamamos el efecto Putin", afirma el comandante del escuadrón. "Hemos dejado que las cosas se deterioren durante 10 años —tiempos de respuesta, equipamiento...— y va a costar más de 20 restablecerlo. En este contexto, las críticas de Trump a la OTAN han dejado a los países nórdicos preocupados por el flanco septentrional de la alianza. La vecina Suecia, que no es de la OTAN, también está fortaleciendo sus defensas y anunció la semana pasada que restablecerá el reclutamiento para hombres y mujeres. Finlandia, por su parte, ha hecho públicos sus planes para expandir su ejército en un 20%. Noruega no se ve a sí mismo en la OTAN como un Estado gorrón que almacena de forma compulsiva su riqueza proveniente del petróleo, sino como un contribuyente clave a la alianza del cual EEUU se beneficia. "Somos un país de solo cinco millones, pero estamos a las puertas de la mayor concentración de fuerza no occidental en Europa. La modernizada Flota Norte es la principal herramienta rusa de disuasión, su principal bastión nuclear y tiene las capacidades para impedir una ofensiva y para atacar a EEUU. También es la zona donde tienen lugar las pruebas más sensibles del equipo estratégico ruso. Estamos bien situados para vigilar todo esto", explica una alta autoridad de defensa.

Sin embargo, en los 80, mientras la Guerra Fría se desinflaba, el eje de la OTAN empezó a apartar la mirada del Ártico. El mando y control de la OTAN cambió su punto de gravedad hacia el Mediterráneo como resultado de la ampliación de la organización defensiva y de un foco en las operaciones "fuera de área", como Afganistán. Aunque el 50% de la zona circumpolar de la región pertenece a un miembro de la OTAN, la organización cerró en 2003 su cuartel dedicado al Atlántico Norte de Norfolk, Virginia, al mismo tiempo que las tropas estadounidenses se retiraban de Islandia.

Aumentan tensiones: "Estamos en un nuevo escenario"

De algún modo, la era de la tranquila Guerra Fría se adaptó a Noruega. No existe un impulso natural noruego para ser hostil a Rusia. De hecho, de acuerdo con un excomandante de la fuerza noruega de Kirkenes, "cuanto más cerca de la frontera, mayores son los vínculos históricos y comerciales. Las fronteras llegaron tarde a esta zona y las familias vivían a ambos lados. La población de Kirkenes fue liberada por los rusos al final de la Segunda Guerra Mundial. Incluso ahora, muchas personas que viven cerca de la frontera tienen visados conjuntos y las familias mixtas son habituales. Noruega es el único país vecino de Rusia con el que no ha entrado en guerra". Dentro de la base hay una vitrina que contiene los regalos intercambiados con Rusia a lo largo de los años, incluido un rifle de cristal lleno de vodka. La ministra de Defensa del país nórdico, Ine Eriksen Søreide, insistió durante una entrevista realizada en Oslo que Noruega no percibe a Rusia como una amenaza directa. 

Sin embargo, la ministra destacó que después de las acciones de Rusia en Georgia y Ucrania, "estamos en un nuevo escenario". "Con el tiempo Rusia sintió que había perdido su situación de poder, pero ahora habla de esferas de influencia legítimas como antes no lo había hecho". "Desde 2008 han estado reconstruyendo bases en el Ártico y modernizando sus aviones, submarinos y misiles de largo alcance. En Ucrania hemos visto que su movilidad es completamente diferente a la del pasado. Están intentando imponer un control absoluto al progreso político. En nuestro país han demostrado la capacidad interferir en la política y en la economía a través del ciberespacio", asegura Eriksen Søreide. La inteligencia noruega ha atribuido los ciberataques cometidos contra oficinas gubernamentales y el Partido Laborista noruego a autoridades rusas. El mes pasado, la inteligencia del país publicó el informe de evaluación anual de la amenaza, en el que describe a Rusia como la mayor amenaza a Noruega junto con el terrorismo, afirmando que Rusia podría interferir en las próximas elecciones parlamentarias de Noruega, que se celebrarán en otoño.

Rusia ha denegado visados a los parlamentarios noruegos, y la posible participación de este país en el escudo nuclear de la OTAN —una decisión que se debe tomar este año— ha enfadado a las autoridades rusas, que han afirmado que Noruega podría convertirse en un objetivo de ataque nuclear legítimo. "El escudo es puramente defensivo", insiste Søreide, añadiendo que puede que los radares no se instalen en tierra, sino en fragatas. El estacionamiento permanente de 300 marines estadounidenses en Noruega, junto con un ejercicio militar masivo que empezará esta semana, ha resultado en intercambios hostiles entre ambos países. No es coincidencia que la serie de televisión Occupied, que narra la historia de una invasión rusa en Noruega durante una crisis energética, se ha convertido en la serie más exitosa de Noruega. La serie es una especie de Homeland para europeos ansiosos.

Refuerzo de las defensas noruegas
En general, el nuevo escenario ha obligado a Noruega a elevar su presupuesto de defensa hasta 5.500 millones de euros. El país nórdico ha invertido en una nueva gama de aviones de combate, submarinos y aviones de observación en lo que se considera la mayor inversión militar del país en su historia. Sin embargo, esto sigue sin ser suficiente para que Noruega cumpla el objetivo de gasto defensivo de la OTAN del 2% del PIB para 2024. La ministra de Defensa insiste: "Todo el mundo tiene la obligación de ir en dirección del objetivo. El viaje de Noruega puede que dure más, dado que la riqueza petrolífera está afectando al crecimiento económico.

Los pilotos noruegos han empezado un periodo de formación en EEUU en la primera de más de 50 aeronaves de combate Lockheed F-35. También está en proceso de adquirir cinco aviones de patrulla marítima P-8A para mejorar la vigilancia de la creciente presencia de submarinos rusos. Junto con Alemania, Noruega está comprando un nuevo tipo de submarino capaz de localizar los últimos y escurridizos submarinos rusos. Este año se tomarán más medidas sobre la modernización del ejército. "Somos los guardianes del norte en nombre de la alianza", afirma Søreide. "Ahora Rusia tiene una nueva capacidad para amenazar a toda Europa desde su propio territorio y desde zonas marítimas como el Atlántico Norte", añade. "Esto no es guerra. No es conflicto. No significa que lloverán misiles crucero en Noruega. El desencadenamiento de un conflicto es mucho más probable en el Báltico o en el Mar Negro, pero el equilibrio estratégico ha cambiado y todos tenemos que estar preocupados". (Jesús.R.G.)
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